martes, 9 de octubre de 2012

O, por lo menos, la más feliz.

Cada día tengo más claro que todo aquello que necesitas está siempre a tu alcance, aunque no puedas verlo. Y, a veces, la dificultad reside precisamente en eso, en saber mirar. Qué sencillo. Enfocar bien tu mirada, centrándote en todo lo que tienes alrededor. Suena fácil. Pero, ¿lo es?. ¿Es esto también así en las relaciones? Es posible que no pueda hablar de una manera objetiva, ya que, personalmente, lo que siempre he querido en una relación, estaba muy cerca de mí. Camuflado por una fuerte amistad, muchos secretos compartidos, y cientos de sonrisas robadas. Quizás demasiado cerca. Esa persona con la que he convivido desde que soy capaz de recordar. Hemos crecido juntos, reído, llorado, jugado, discutido... Hemos compartido nuestros innumerables fracasos sentimentales. Posiblemente, porque estábamos destinados a compartir también los triunfos. Un triunfo común. A compartir esas tímidas sonrisas que se escapan entre los besos. Esos momentos de intimidad que nunca creíamos haber compartido. Domingos por la mañana abrazados entre las sábanas, viajes en coche hasta el fin del mundo, o conversaciones hasta altas horas de la noche. 
Y yo, a pesar de estar feliz de compartir mi vida con mi mejor amigo, me pregunto, ¿es esto real? o, ¿simplemente somos demasiado compatibles y nos resultó "poca cosa" la amistad cuando apareció entre nosotros la tensión sexual?. ¿Se le puede llamar amor?. 
Al principio de mi relación me pareció imposible que alguien que me conocía tan bien pudiese llegar a ser mi pareja, y compartir mi vida para siempre. "Para siempre"... Parece muchísimo tiempo, pero es que cada vez me parece más, y  más corto. No me imagino mis desayunos sin su "buenos días" de recién levantado, ni mis noches en pareja sin sus besos en mi espalda. Y sobre todo, no me imagino a mis labios besando a nadie más. 
Pero, como dicen, todo tiene su final. Y lo que más me preocupa de todo es en qué quedará nuestra amistad de cuando teníamos 10 años. En el caso de que todo termine, ¿podremos volver a compartir nuestros fracasos amorosos, o nuestra ilusión de un nuevo encuentro? Es algo que me tiene preocupada. Pero que olvido absolutamente cuando mis besos le parecen demasiado cortos, o mis sonrisas demasiado tímidas. Cuando consigue hacerme sonreír en medio de una discusión. O cuando hace que me sienta la única mujer del mundo. O, por lo menos, la más feliz. 
Esto, que empezó por casualidad, y que, hoy por hoy, es la mejor casualidad de mi vida. Tú, yo y nuestro pequeño mundo, que cada día es más grande, y nosotros más pequeños. 


Y tú, ¿alguna vez has tenido un romance de cuento de hadas con quien menos esperabas tenerlo? 

No hay comentarios:

Publicar un comentario